El tiempo que transcurre entre el intercambio de carbono y el lecho de nuevo depende de la cantidad de cloro/cloraminas presentes en la fuente de agua. La frecuencia con la que se cambia el carbón se determina mejor analizando la presencia de cloro/cloramina antes de cada turno. Se recomienda probar el carbón anualmente para determinar la vida útil del carbón. Con base en los resultados de las pruebas, se puede identificar un patrón y establecer una rutina para cambiar los tanques antes de que se agoten. Sin embargo, cuando se produce un avance, el carbón se agota y necesita ser reemplazado.
Además del cloro/cloraminas, el carbón también eliminará los compuestos orgánicos del agua entrante y, por lo tanto, es un medio perfecto para la proliferación de bacterias. También puede ensuciarse con suciedad y partículas en suspensión, reduciendo así la eficacia del carbón. Es una práctica común retrolavar el carbón para limpiarlo de esta materia y evitar la canalización del lecho de carbón para que el agua esté expuesta a más superficies, lo que hace que el carbón sea más eficiente. Sin embargo, esto no renueva el carbono; cuando se agota debe ser reemplazado.
Dado que el crecimiento de bacterias es un problema en los tanques de carbón, se recomienda cambiar los tanques de intercambio de carbón cada 3 a 6 meses, incluso si no están agotados, o con mayor frecuencia antes de que se rompan.